Los pensamientos
del joven
¡Ay!
¡Cómo ha podido ser tan ingenuo mi señor! No hay quien se crea que
ese desconocido volverá. Lástima que ese día no fui corriendo a
impedirle a mi señor que entregara la bolsa con los 500 ducados.
Pero soy su amigo y, aunque ya sea tarde, debo decirle claramente lo
que opino. No sé muy bien cómo hacerlo. Aunque estoy pensando que
sería un excelente idea escribir todo lo ocurrido en mi libreta. Así
se enterará.
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