Una escultura en movimiento
Había una vez, un niño llamado Jaime que veía cosas que nadie podía ver. Un día, Jaime fue a ver una exposición de una escultura que había creado el famoso escultor Eduardo Chillida. Cuando Jaime llegó al museo, había una cola que llegaba hasta la esquina. Tras un rato de espera, Jaime compró la entrada y entró. Le costó mucho llegar a la escultura por que había muchas personas. Cuándo llegó, se quedó muy asombrado con la escultura, era un hombre que parecía que iba a salir de la pared.
Jaime se llevó un bocadillo para comer en el museo. Cuándo comió, se fue a observar unos cuadros que había en la sala. Después, había menos personas, entonces Jaime se fue a observar la escultura otra vez. No obstante, Jaime lo pudo ver mejor, porque no había tanta gente molestando. Cuando se quedó solo, la estructura movió la mano, eso era muy extraño, pero como Jaime ve cosas que nadie podía ver. La estructura salió e la pared como si nada y empezó a correr detrás de Jaime. Jaime corrió mucho, pero cuando estaba cansado, entró en el aseo para despistar a la estructura. Tras un rato, la estructura encontró a Jaime. Pero el niño reaccionó rápidamente y salió de allí. El chiquillo velozmente llegó a la puerta del museo y salió, mientras que la estructura no podía salir del museo, porque había una especie de barrera invisible, que impedía salir del museo. Y colorín colorado esta aventura de Jaime se a acabado.
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