La atracción encantada
Dice la leyenda que hubo una especie de feria en
Copenhague. Era una fiesta que se celebraba cada cuatro años. Allí,
acudía gente muy importante y personas de todo el mundo. A la feria
acudió una familia de España. La familia estaba formada por tres
miembros, Manolo, el padre, Antonia, la madre y Alfonso, su hijo.
Un día, la familia cogió un vuelo en el Aeropuerto
de Madrid-Barajas hacia Copenhague. Alfonso estaba muy aburrido en el avión
porque no podía utilizar su videoconsola, entonces tuvo que leer un
libro que se trajo de su casa. El niño no entendía algunas palabras
del libro como vanguardia e hípica, pero él se lo preguntó a su
padre. El padre no entendía la palabra vanguardia, pero como su
madre era profesora, sabia lo que significaba. Cuando se lo explicó
a Alfonso, el niño estaba con nostalgia de que le explicará su madre
más palabras que el chico no entendía. Tras un largo tiempo de
vuelo, aterrizaron en el aeropuerto Copenhague-Kastrup. Cuando
recogieron las maletas, fueron a merendar a un restaurante
donde no servían alcohol. Alfonso merendó unas galletas que tenía
azúcar típica de Copenhague y sus padres tomaron café con leche y
unas tostadas con aceite.
Más tarde, llamaron a un taxi, para que acercara a
Manolo, Antonia y Alfonso a la playa, donde se encontraba la feria.
Como el aeropuerto se encontraba lejos de la playa, tenían que hacer varias paradas. En la primera parada, pararon en un barrio donde se encontraban unos vándalos haciendo pintadas en el portal de una casa. En la última parada, pararon cerca de una tienda de animales, donde vendían perros, conejos, jilgueros, gato, etc. Cuando se dirigían hacia la playa, Alfonso se quedó observando un tipo de recipiente enorme con agua estancada. Alfonso le preguntaba otra vez a su madre que como se llamaba eso, y la madre le decía que eso era un embalse.
Como el aeropuerto se encontraba lejos de la playa, tenían que hacer varias paradas. En la primera parada, pararon en un barrio donde se encontraban unos vándalos haciendo pintadas en el portal de una casa. En la última parada, pararon cerca de una tienda de animales, donde vendían perros, conejos, jilgueros, gato, etc. Cuando se dirigían hacia la playa, Alfonso se quedó observando un tipo de recipiente enorme con agua estancada. Alfonso le preguntaba otra vez a su madre que como se llamaba eso, y la madre le decía que eso era un embalse.
Cuando llegaron a la isla, se quedaron sorprendidos
porque había muchas atracciones, pero había otra muy peculiar,
porque no había nadie, no obstante, el niño no le dio importancia.
La familia fue a dar una vuelta por la feria, pero como había tantas
personas en la fila para subirse en el trenecito, Manolo, Antonia y
Alfonso se pusieron en la cola para poder montarse y dar una vuelta
alrededor de la feria. Cuando era el turno de la familia de Alfonso,
todas las personas se subieron de repente, mientras que le niño y
los padres se introdujeron en el tren. el niño, estaba sentado al
lado de un hombre muy hablador y de un anciano. Cuando bajó del
trenecito, fue a montarse en algunas atracciones con su padre, porque
su madre tenía miedo a las alturas. Un rato después, cuando ya se
había montado en un par de atracciones, Alfonso se quedó observando
la atracción que era muy peculiar. Alfonso, quería ir a esa
atracción, pero su padre quería ir a un bar a tomarse un refresco.
Cuando llegó al bar, en la puerta ponía un cartel que decía que no
se podía fumar puros habanos, pero Manolo no le dió importancia.
Cuando el padre de Alfonso terminó de tomarse el refresco, se
dirigieron hacia esa atracción para montarse. En la atracción no
había nadie, entonces se quedaron un poco extrañados, pero Alfonso
seguía insistiendo. El dueño de la atracción le dió dos
entradas gratis. El hombre era muy raro, tenía la cara pálida y la
atracción trataba de una casa del terror. Para llegar a la casa
encantada, tenía que coger una barca de madera y subir a una
escalera, porque la casa esta situada en una roca muy alta rodeada de
agua por todas partes. Cuando subieron a la casa encantada había
estatuas y gárgolas. Allí se encontraba una gárgola que rehuía la
mirada. Alfonso tenia un miedo por dentro, que le decía que tenia
que salir de allí. Alfonso y su padre salieron corriendo de allí,
no cogieron ni la barca de madera, si no salieron de allí nadando.
Cuando llegaron al centro de la feria, Manolo cogió el móvil y
llamó a Antonia, para salir de aquella feria. Tras un rato se dieron
el encuentro y llamaron a un taxi para llegar al aeropuerto. Tras
unos días llegaron a España. Y así concluye esta leyenda.
Casa encantada |
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